
India, un país con más de un billón de habitantes y un sistema de castas que crece como una barrera infranqueable para los llamados «intocables». Un país con un índice de pobreza del 65% y en el que la esperanza de vida ronda solo los 65 años. Y aún así, un país que es capaz de enamorar al viajero con su esencia, sus paisajes y una gran historia entre montañas milenarias. Dicen que todo viajero que se busque a sí mismo tiene que viajar a India. Nosotros fuimos buscando aventuras más que espiritualidad y aún así, encontramos una mezcla de ambas cosas. Y es que, claro, fuimos en moto…Otro año más de duro trabajo y por fin llegan las vacaciones que nos merecemos. Tras unos meses de incertidumbre, Alberto consigue de nuevo sorprenderme con el destino de este año: recorrer parte del Himalaya indio en Royald Enfield. Me apunto sin pensarmelo, claro. La pena es que este año los “Bangueras” se dividen ya que un miembro importante tiene que quedarse en tierra para cuidar a un futuro motero que nacerá dentro de poco. Como siempre, casi sin darnos cuenta se acerca la fecha, así que… unos días antes preparamos nuestros bártulos y combatimos como podemos los nervios típicos del comienzo de toda aventura.
A las 5:00 am del dia 15 de agosto del año pasado ya estábamos levantados; ¡estos vuelos a horas intempestivas tendrían que prohibirlos! Nuestro vuelo hacía escala en Munich lo que nos permitió, primero cansarnos para dormir en el largo vuelo a Delhi y segundo, hacernos una idea global de esta bonita ciudad. Aprovechamos para visitar el museo BMW y disfrutar de las maravillas que ha ido creando la firma bávara durante sus años de existencia . De verdad, el museo es una visita altamente recomendable para cualquiera que se acerque por Alemania.
La apabullante Delhi
Despues de 8 horas de apacible y durmiente vuelo llegamos a la apabullante ciudad de Delhi. El impacto al salir de la terminal y encontrarte con 35º y 90% de humedad no se puede explicar… si además sumamos que llevas 26 horas sin pisar una cama y sin cambiarte los calcetines… pues el tema se complica un poco más. Para colmo, la puerta de la terminal esta repleta de buscavidas que te vuelven loco. Despues de luchar con todo esto conseguimos un taxi que nos lleva a Karol Bagh, que es el barrio de Delhi donde se encuentran la mayoría de las tiendas de motos de la ciudad y -concretamenteInders Motors, que es la que nosotros hemos elegido para alquilar las dos Royal Enfields que nos van a transportar durante estos próximos 15 días…
El centro de la ciudad nos ofrece una imagen caótica; personas durmiendo en los suelos, basura por todos lados, calles que parecen pistas de tierra … (¿He comentado lo del calor y la humedad?)… Sólo pensar en salir de aquel taxi destartalado nos producía ya escalofrios. Por cierto, es importante guardar siempre el ticket del taxi prepago hasta que te asegures de que verdaderamente has llegado a tu destino porque encontrar una dirección en esa ciudad es un milagro… así que los taxistas se cansan pronto de buscar e intentan encajarte en el primer sitio que ven. Cuando ya pensábamos en darnos por vencidos, casi por arte de magia ( y alguna llamada de telefono del taxista) apareció un encargado de la tienda que nos instaló en ella hasta que llegara el jefe.
Lalli Signh es un indio practicante de la religión sig (sus practicantes se caracterizan por llevar siempre turbante). Está más que acostumbrado a tratar con occidentales ,y eso se nota, enseguida nos hace sentirnos cómodos con la situación y, aunque el sueño a veces nos supera, sobrellevamos el tener que estar todo el día de trámites. Si, si he dicho todo el día: desde las 9:00 am hasta las 17:00 pm. Y os preguntareis… ¿qué habéis hecho dutante todo este tiempo además de tomar chai y cafe? Pues… lo primero esperar a que se enfriara el café que sirve Lalli, que llega en modo fusión. Hay que tener claro que que el concepto del tiempo indio es distinto al de los occidentales. De hecho, el que entienda esto ya comprende todo… Eso significa que una hora india son dos horas de aquí… por lo que el trámite mas sencillo te puede llevar toda una mañana. Por otro lado, nuestros planes iniciales se habían complicado un poco debido a las revueltas de Cachemira, donde la policía estaba a tiros con los manifestantes (12 muertos el día antes de volar a Delhi), lo que nos llevó a tener que modificar la ruta y tuvimos que negociar con Lalli los costes de la nueva ruta. Además, para que luego no nos digan que nos vamos por ahí a la aventura, este año hemos sustituido el kit antipinchazos como única herramienta por un set de supervivencia tal, que si lo ve el de Bricomanía seguro que se le cae la lagrimilla de la emoción. Y para completarlo, se nos dió una lección de autoescuela con las motos y un curso intensivo de reparación de Enfields… que eso sí nos vendría bien posteriormente.
Por fin, a las 17:20 nos montamos en un tren rápido (en concepto indio, claro) que -en algo más de dos horas- nos trasladaría a la ciudad de Chandigarh que se encuentra a 250 km al norte de Delhi. Allí pasariamos la noche para iniciar al día siguiente la verdadera ruta de este Himalaya 2008. Elegimos esta ciudad para la partida debido a su civilizada y occidentalizada organización. Chandigarh sirve de capital a dos estados: Punjab y Haryana. La ciudad está dividida en varios sectores, conocidos por números del 1 al 60 (Por cierto, el arquitecto que la diseñó omitió el 13 a causa de las supersticiones).
Cada uno de estos sectores funciona como una ciudad independiente con sus propios mercados, templos y escuelas situados a una distancia inferior a los 10 minutos andando desde cualquier extremo.