
Se sienten cómodos en cualquier terreno. Y esto se lo contagian a sus ocupantes, que es todavía más importante. Son espíritus libres: ágiles en la ciudad y contundentes en las medias distancias ¿Quieres recorrer muchos kilómetros? Recuéstate, estira las piernas y disfruta del paisaje, sus 400 cc te llevarán al fin del mundo…
Vaya par. La alfombra roja de MotoViva se despliega para recibir con galas hollywoodienses a la pareja de moda en la categoría de los maxiscooters 400. ¿Necesitan presentación? Quizás para los más desvinculados a la actualidad de la Jet Set sobre ruedas. Estamos hablando de los exitosos Suzuki Burgman 400 y Yamaha Majesty 400, dos referentes en su segmento que se encuentran en esta ocasión para medir sus fuerzas y tratar de doblegar a su oponente en una lucha de prestaciones y equipamiento.
Veamos hasta dónde quieren o… mejor dicho, hasta dónde ‘pueden’ llegar. Se nota que los equipos de Mamamatsu e Iwata (Suzuki y Yamaha, respectivamente) han centrado todos sus esfuerzos en alcanzar la fórmula secreta del maxiscooter total, combinando los ingredientes de confort, ergonomía, prestaciones, maniobrabilidad y, por supuesto, una estética atractiva. Empecemos por el último.
La carrocería del Burgman se mantiene imperturbable desde hace varios años (a excepción de ligeros retoques eventuales), aunque no por ello ha perdido modernidad ni atractivo. Su cara deportiva es de las más reconocibles del mercado y destaca por su amplia y doble óptica delantera, protagonista de un sugerente y robusto frontal. Asimismo, su imagen de altas prestaciones está reforzada por las tomas de aire laterales y la central bajo la pantalla que, junto con su generosa óptica trasera -que se extiende hacia los laterales de la moto- y el silencioso de sección oval dotado de protector, potencian su imagen sofisticada.
La carrocería de la Majesty, sin embargo, ha sido renovada recientemente (en 2009). Los nuevos conjuntos de faros delanteros (que mantienen su forma de ‘mariposa’) y traseros, junto con los intermitentes integrados y los nuevos paneles frontales, laterales y traseros, le otorgan una línea estilizada y actual de gran aerodinámica y protección contra el viento gracias a detalles concretos que se han cambiado en el diseño del chasis. En este aspecto, ambos maxiscooters no tienen nada que envidiarse. Es en la ergonomía donde se empiezan a encontrar las grandes diferencias entre ellos. Optimizada en 2009, la posición de conducción del Majesty es erguida y en ángulo recto (altura del asiento 750 mm), contra la del Burgman, más recostada y baja (710 mm). Ambos habitáculos están repletos de detalles de diseño. En el Yamaha encontramos un lujoso asiento que incorpora un apoyo lumbar para el piloto y un compartimiento situado debajo del asiento con espacio suficiente para guardar dos cascos.
Aquí el empate es técnico, ya que la Burgman también ofrece un amplio hueco bajo el asiento -biplaza en dos niveles con respaldo para el piloto y ajustable en cinco pasos de 10 mm- de 62 litros de capacidad capaz de albergar dos cascos integrales o un maletín tamaño A3. En ambos esta área se ilumina mediante una luz de cortesía que puede desconectarse fácilmente.
En la parte frontal del Burgman encontramos tres guanteras, la mayor de ellas con cerradura y una capacidad de 10 litros, con toma de corriente de 12V en su interior para recargar en marcha el teléfono móvil u otro accesorio. La de Iwata cuenta con una guantera con llave a la altura de las rodillas del piloto. En las dos encontramos freno de estacionamiento: en la Majesty mediante una palanca en el manillar izquierdo; en la Burgman se acciona a través de una palanca en el interior del escudo frontal.
Los cuadros de instrumentos son muy parecidos, completos y fáciles de leer. En ambos encontramos un diseño con dos esferas principales y un panel digital entre ellas: incorporan velocímetro, tacómetro, cuentakilómetros con doble parcial, reloj horario e indicadores de temperatura ambiente, consumo de combustible, nivel de gasolina y temperatura del refrigerante. ¡Cilindro contundente!
El gran causante de que hayamos titulado este artículo “Sin Fronteras” es el motor. Los dos megas usan un monocilindro de 400cc, 4T e inyección electrónica que, con sus 34 CV te alejan lo que quieras de la ciudad, en cualquier clase de viaje, te mueven con contundencia en recorridos interurbanos y con agilidad entre el tráfico más denso ¿quieres cada día ir al trabajo en él, pasear los domingos en tramos de media distancia o recorrerte medio país a sus lomos?
Nada les falta para afrontar cualquiera de estos cometidos. Prestaciones hay de sobra, gran par motor y elevada potencia. La velocidad máxima en ambas supera sobradamente lo permitido.
La Burgman 400 (que ya en la versión 2008 recibía una renovada transmisión) ofrece mucha aceleración y una gran suavidad en las arrancadas en ciudad, con un gran par motor a lo largo de toda la gama útil de revoluciones gracias a su carrera larga y mucha suavidad mecánica.
Por su parte, el dinámico propulsor de la Majesty 400, ligero y hecho totalmente de aluminio, está montado en una posición baja sobre un chasis rígido y resistente de aleación de aluminio y acero vaciado, lo que contribuye a que el centro de gravedad de este maxiscooter sea excepcionalmente bajo, lo cual mejora la maniobrabilidad sea cual sea la velocidad. En la misma línea que su oponente en este comparativo,
proporciona mucha potencia y par motor, incluso a bajas revoluciones, y el embrague
modificado de la transmisión automática ofrece unas transiciones más suaves y cómodas en las continuas arrancadas y paradas del tráfico urbano.
El Burgman incorpora un catalizador de escape dotado del eficaz sistema de retorno de O2 (para cumplir las normativas Euro 3) y la inyección electrónica está apoyada por un sistema ISC (Control de Velocidad del Ralentí) que garantiza que el régimen de giro del motor al ralentí sea el óptimo, contribuyendo a reducir las emisiones y a proporcionar una aceleración instantánea.